Re: El Cementerio de los Cerezos

**Aiden T. Howl** Lun Ene 25, 2010 9:58 pm

Aún tirado en el suelo, observo como todos los demás empiezan a atacar a los angeles. Intento levantarme, pero el dolor del brazo es insoportable, mientras la sangre no deja de salir. Maldita sea, maldita sea...
-¡¡MALDITA SEA!!
El grito brota de mi garganta mientras que, con un sobre esfuerzo, intentando ignorar el dolor, me levanto, aunque no tardo en caer de nuevo, algo mareado. Golpeo el suelo, cabreado conmigo mismo por sentirme tan débil y no ser capaz ni de levantarme del suelo y plantar cara a aquellos malditos angeles.

Mientras soporto mi peso con el brazo intacto, con la otra mano agarro el colgante que cuelga de mi cuello, cerrando los ojos y murmurando unas palabras. Al momento, delante mío, aparece una pequeña figura, un simio de grandes ojos y dedos largos. Con una simple mirada comprende mis órdenes, y se dispone a atacar.

El simio corre entre los arboles, acortando rápidamente la distancia que le separa de los ángeles. Se acerca a uno de ellos, subiéndole a la espalda y tirándole del pelo, arrancándole varios matojos de este. Gritando en su oído, salta hacia otro de los ángeles, enganchándose en su labio y tirándo de el con fuerza, para después saltar sobre su cabeza y cubrirle los ojos, intentando vaciarle las cuencas oculares.

Yo, por mi parte, vuelvo a intentar levantarme, consiguiéndolo con la ayuda de un árbol. Arranco un trozo de tela de mi camiseta, atándola como puedo alrededor de la herida para evitar que la hemorragia continúe. No me siento en mis capacidades como para acercarme a los enemigos y atacarlos directamente, por lo que decido usar la magia; extiendo una mano hacia uno de los ángeles, el más cercano a mí, enviándole con todas mis energías una ráfaga de viento cortante, deseando poder impactar en él. Acto seguido, mi cuerpo vuelve a desplomarse, consiguiendo de mí un gruñido.

**Seryth Laeanya** Lun Ene 25, 2010 10:14 pm

Tiene que morderse el labio para no volver a quejarse cuando el ángel tira de ella, haciéndole más daño del que ella mostraba. No iba a darle el gusto a ese bastardo de escucharla gritar o suplicar, no mientras fuera capaz de controlarse. Se había dejado atrapar con demasiada facilidad, y eso le da mucha, mucha rabia.

- ¡Tú si que eres escoria, maldito pollo alado! -espeta con rencor, ardiendo en ganas de hacerle mucho daño. Sin duda era un ángel con una actitud muy agresiva, cosa que la extrañaba, porque los ángeles con los que se había topado hasta ahora, si bien se defendían -y bastante bien-, no solían ser los que atacaban. Y menos de esa forma.

Escucha como la lucha se sucede a su entorno, pero no puede hacer nada para ayudarles, y eso la hace sentir muy mal, débil e inútil. Aún así no deja de removerse, arañar y morder, para que al menos el ángel no esté tan tranquilo, busca molestarle de todas formas posibles. Pero por suerte, alguien ataca a su captor y la suelta, cayendo al suelo y rodando un poco por él antes de ponerse en pie. Da gracias a que el pollo no le haya caído encima, y enseguida busca con la mirada a quién la ha salvado. Dayree.

Enseguida saca la pistola que llevaba escondida y apunta a la espalda del ángel, que se dirige hacia su compañera, y sin dudarlo ni un segundo dispara tres balas bastante certeras, intentando apuntar hacia donde debe tener el corazón. Mira con rapidez a su alrededor y ve cómo los demás luchan contra los otros ángeles, por lo que se centra única y exclusivamente en el pollo que la ha cogido antes. Sólo se ha distraído unos segundos, así que enseguida sigue apuntando a su enemigo con firmeza.

**Nadeer** Lun Ene 25, 2010 10:31 pm

Ya no existe nadie más, está tan abstraído en el combate que ni se percata de los esfuerzos de Aiden por levantarse, o de como Dayree se ha encaramado a una posición alta para tener mayor puntería...

Lo único que ve, con una sonrisa sardónica pintada en el rostro, es como su ataque no surte efecto contra la campana angelical. Le hace gracia, acaba de empezar y ya ha tenido que usar la portección... Y las protecciones no duran para siempre. De hecho ahora mismo sólo se fija en el ángel que ha bloqueado su ataque, sabedor de que los demás se apañarán bastante bien, o eso espera.

Gira la katana con dos movimientos suaves de muñeca, haciéndola oscilar, fintando a un lado un segundo antes de verse alcanzado por el rayo celestial:

-Mmm... -Murmura, casi con diversión, alzando la palma de su mano y convocando en apenas uns egundo una bola negra de textura acuosa. Sin dar previo aviso la lanza...

Pero no es la bola lo que le interesa en sí. Y es que a la trayectoria de la esfera le sigue él, encorvado y con la katana firmemente sujeta en una de sus manos, corriendo todo lo rápido que sus pies le permiten. Problabemente bloqueará la esfera, pero ya estará enfrente para así evitar que tenga tiempo a conjurar algo más, asestándole continúos espadazos.

**Alma Gray** Lun Ene 25, 2010 10:41 pm

Lanzo una maldicion cuando mi bala falla, pero me recompongo instantes despues, viendo como el angel se acerca, asi que guardo la pitola en un rapido movimiento, aferrando la katana con las dos manos y encarandole, plantando los dos pies en el suelo esperando que el enemigo llegue hasta mi. En los pocos segundos que pasan mientras el angel llega a mi, le susurro un par de palabras a mi pulsera, haciendo que una gran serpiente rojiza aparezca a mis pies.

Consigo eludir la finta y paro el golpe, atacando a penas una milesima de segundo mas tarde a su costado, mientras veo a mi serpiente acercarse siseando a sus pies, enrollandose en ellos para intentar desestabilizarlo.
Entre el fragor de la batalla recien empezada, distingo diversos haces de luz enviados desde los dos bandos, pero por encima de el ruido, consigo oir a Aiden gruñir repetidamente.

Parece que su herida no era tan leve como me parecio en su momento, pero ahora tengo tiempo de preocuparme por el, por lo que no me desconcentro ni un momento del combate. en un segundo en que nuestras espadas se separan, aprovecho para hacer un aspaviento con la mano, enviando hacia el costado del angel una rafaga de viento cortante, en forma de media luna.

**Dayree** Lun Ene 25, 2010 11:14 pm

Seryth consigue librarse de su captor, pero este intenta arremeter contra ella. Dayree esquiva el ataque haciéndose a un lado, cosa fácil porque gracias a las ramas no era un objetivo visible. Por suerte, su compañera está disparando al ángel, por lo que, en vez de contraatacar, y viendo que todos están enzarzados en una pelea más o menos distribuída númericamente, decide hacer algo que, si bien no va mucho con ella, siente que debe hacer:

Desciende del árbol de un salto, cayendo junto a Aiden, que parece bastante herido y en mal estado. Observando como convoca al pequeño simio, Dayree se arrodilla al lado de él y se concentra, creando una especie de escudo rojo formado por miles de partículas que les protege frente a cualquier ataque.

Sabedora de que solo durará unos minutos, ya ha desenfundado sus dos pistolas, lista para disparar al que ataque cuando la protección se desvanezca...

-Yo que tú intentaría curarme esa herida con magia, cosa que yo no puedo hacer -Indica con voz seca- Esto no durará mucho rato...

**Master** Mar Ene 26, 2010 7:10 pm

Escucha el ruido de los disparos a su espalda y, sin saber si eran para él, movido por una intuición que solo se obtenía a base de combatir y combatir, se arrojó a un lado. Cayó sobre el suelo, manchándose de tierra pero, por fortuna, el gesto hizo que eludiera una de las balas por completo, aunque otra le dió en el hombro y la tercera le rozó la espalda, abriendole una pequeña herida. La peor había sido la segunda que lo obligló a llevarse la mano al hombro izquierdo.
Se puso en pie con algo de dificultad, incorporandose.

-¡Maldita zorra! -exclamó con odio reprimido, casi escupiendo las palabras, mientras en sus ojos azules brillaba la rabia al volverse contra la chica y lanzar contra ella uno de los rayos de luz blanca que eran el principal ataque de los ángeles. Intentó levantar la espada pero, siendo zurdo, le era complicado. Igualmente se las arregló para ponerse de pie y aparecer frente a la repudiada dispuesto a ensartarla con el arma como si fuera una vulgar brocheta. Claro que una brocheta de repudiado nadie en su sano juicio la comería.
Se rió por lo bajo al pensarlo.

La chica era bastante ágil, apartándose y deteniendo su golpe, aunque también un poco lenta. Un segundo más y el filo de su espada la habría atravesado de parte a parte las costillas. Eso le habría ahorrado muchas molestias, haciendo todo aquello más corto pero, ¿qué se le iba a hacer? Y todo por la precipitación de esos dos...

Interpuso su espada entre el haz de viento cortante de la chica y él. Retrocedió unos pasos por el golpe pero no llegó a herirle, con lo que bajó la espada de nuevo para ir a golpearla y sacarla de combate cuando oyó un gruñido tras de sí y se volvió a tiempo de ver a un simio de considerable tamaño caer sobre él. Alarmado no le dió tiempo a reaccionar y cayó con el animal al suelo, revolviéndose para sacárselo de encima y poder clavarle la espada.

¿Qué tramaba lanzándole aquella esfera de agua? Seguramente el ángel oscuro no podía ser tan tonto de creer que no podía deshacerse de un ataque así. Aquella no era su primera batalla por mucho que fuera joven y antes se había enfrentado incluso a algún demonio. Preguntándose aún esto esquivó el ataque con facilidad.

-¿Eso es todo? -se burló un poco antes de ver el filo de la espada relumbrar en la noche.
Dió un salto atrás en el último momento, esuqivandolo, pero encontrandose con que tras el primer golpe se sucedían un millar más. La aberración era rápida, eso había que concederselo por muy desagradable que fuera. Un par de golpes le dieron, rasgándole parte de la ropa en los hombros y los antebrazos, incluso una estuvo a punto de atravesarle el pecho. Pero se necesitaba más que eso para derrotarle.

Aprovechando un momento que el ángel oscuro necesitaba para tomar aire, pasó a la ofensiva, empuñando él su propia espada, enzarzándose ya en un combate cuerpo a cuerpo sin tener en cuenta la magia, tomando aquel reto ya como algo personal.

**Nadeer** Mar Ene 26, 2010 9:01 pm

En cierto modo tenía suerte de estar acompañado y de que cada uno se encargase de uno de los ángeles... Porque de no ser así lo hubiese tenido muy, pero que muy difícil. Tiene que pararse a descansar tras una serie de ataques en los que logra hacer algo de daño, pero no el suficiente...

Y su rival parece saber combatir. Tras tomar aire un par de veces comienza a bloquear ataques, pero de tanto recular se lleva un par de cortes, uno en el hombro y otro en la cintura, que si no llega a fintar hubiese sido bastante más feo. Ya no hay lugar para la magia, el combate es físico...

Pero él tiene un as. Aprovechando un duelo de fuerzas se queda a escasos centímetros de su angelical y asqueroso rostro, con unos ojos azules que claman su sangre:

-¿Sabes la diferencia entre tú y yo...? Que yo juego sucio -Y, mientras acaba la frase, se separa un centímetros, le imprime algo más de fuerza al duelo de espadas, desviando la del ángel y asestándole un codazo, aprovechando la inercia.

Da un salto hacia atrás, cerrando los ojos. A los dos segundos los vuelve a abrir, y ahora ya no empuña la katana con una mano, sino con dos, colocadas justo en mitad de su cuerpo y con la katana en alto. Las piernas ligeramente flexionadas y abiertas, y los pies, firmes en el suelo...

Su sonrisa lo dice todo, una clara invitación a que sea el ángel quién inicie el baile de acero y sangre... Al fin y al cabo, le conviene.

**Aiden T. Howl** Mar Ene 26, 2010 9:06 pm

La batalla prosigue, y mi brazo no parece mejorar. Al menos, me queda el consuelo de que los ángeles no me tienen muy en cuenta, por lo que no me tengo que preocupar por mi salud más que por la herida. Mientras mi pequeña invocación hace lo que puede por molestar al enemigo, vuelvo a intentar levantarme, cuando siento una presencia a mi lado. Al mirar hacia arriba, veo la figura de la chica del arbol junto a mí, concentrada, creando algún tipo de barrera a mi alrededor. La miro algo confuso, sin entender por qué me ayuda.

Aún así, asiento ante sus palabras.
-Gracias -murmuro.
Acto seguido me pongo a ello, concentrándome en mi herida para intentar sanarla con la magia. Es un hechizo que aún me cuesta dominar un poco, por lo que realmente agradezco la barrera protectora, ya que me dará el suficiente tiempo como para hacer un arreglo. Mientras siento como la herida empieza a sanar poco a poco con la magia, escucho a mi alrededor el murmullo de la batalla, por la cual no puedo estar pendiente.

Por su parte, mi pequeña invocación es atacada por uno de los ángeles, siendo lanzado al suelo. Siendo como era un simple espíritu, sin poder morir nunca de verdad, no le importa demasiado qué le pueda hacer el enemigo. Apoyando sus cuatro patas en el suelo, gruñe a la espada que se acerca vertiginosamente hacia él, con ánimo de atravesarle. Pero gracias a su pequeño tamaño y la agilidad de sus extremidades, se libra fácilmente, comenzando a correr en círculos alrededor del enemigo, zigzagueando entre sus piernas con ganas de confundirle y marearle.

**Seryth Laeanya** Mar Ene 26, 2010 9:34 pm

Sonríe satisfecha al ver que, aunque no ha dado en el objetivo que buscaba, las balas han alcanzado el cuerpo del ángel, hiriéndole. Nada puede compararse con lo que siente en ese momento, y está decidida a que eso continúe, no piensa darle tregua. Aunque aún tiene que andarse con mucho cuidado, pues incluso si está herido, sigue siendo un enemigo poderoso. Más de lo que le gustaría admitir.

Se abstiene de contestar con un “Me halagas”, porque no quiere parecer demasiado confiada, puesto que el combate sigue. Justo cuando ve que un rayo se dirige hacia ella, instintivamente murmura una serie de palabras que activan su colgante. Éste empieza a emitir una luz azulada que en menos de un segundo la envuelve por completo, para protegerla de los ataques mágicos de ése polluelo celestial. El rayo de luz blanca desaparece justo en el momento de contactar con su escudo, aunque el impacto la hace retroceder un poco. Y eso la salva de morir cómo un pincho, atravesada por la espada que empuñaba el otro, aunque la hiere en el costado derecho, haciendo que el arma caiga de entre sus dedos. Jadea sorprendida de ver al ángel tan cerca y se lleva una mano a la herida, retrocediendo un par de pasos con agilidad, aunque no con la rapidez que desearía. Pero sin dudarlo canaliza parte de su energía en la palma de su mano, creando un globo acuoso de color rojizo, que lanza directamente al estómago del ángel. Si le toca, el globo actuará cómo un ácido, y espera que le resulte suficientemente doloroso como para que suelte la estúpida espada, que la molesta porque no sabe cómo defenderse frente a eso.

Mientras, ella se sigue apretando la herida del costado, que sangra bastante y le duele mucho, pero aún no lo suficiente como para no seguir intentando matar al bastardo. Sigue atenta y lista para atacar cuantas veces más hagan falta, no se permitirá perder, no en aquél momento. Está dispuesta a usar la Semilla del Rencor si era necesario, aunque eso le cause más dolor. Su cuerpo sigue envuelto con un aura azulada protectora, mas si los ataques siguen siendo igual de poderosos, no aguantará mucho más.

**Dayree** Mar Ene 26, 2010 9:52 pm

Ignora adrede que le haya dado las gracias, limitándose a observar como se cura mientras sus pistolas están desenfudadas y dispuestas a ser disparadas. Se fija también en como cada cual se las apaña a su manera, Sertyh, para evitar ser atacada por el otro.

Cuando él ángel oscuro se cura del todo las heridas, Dayree deshace el escudo para evitar que este aguante hasta el límite y la deje sin energías. Y, nada más se deshace, ella ya está disparando a uno de los ángeles con ambas pistolas, demostrando su experta puntería.

Realmente, aquello es algo que le proporciona una satisfacción indescriptible: vengarse de esos polluelos celestiales altivos e hipócritas que encima han osado atacar sin previo aviso...

-Muere, hijo de puta... -Susurra, sin dejar de tirotear al mismo objetivo, pero manteniéndose alerta para intentar esquivar cualquier otro ataque que venga de alguno de los demás...

**Alma Gray** Mar Ene 26, 2010 10:53 pm

Me doy cuenta demasiado tarde de que el filo de la espada del angelito a pasado practicamente rozandome, y ahogo un suspiro airado en mi garganta. Suelto un gruñido al ver como evita mi golpe de viento, de forma tan insultantemente facil.
Estoy apunto de arremeter contra el aprovechando el retroceso por mi anterior golpe cuando veo que se gira, y mi sorpresa es tal ante su desprevencion que no me doy cuenta y ya esta en el suelo, con el monito de Aiden encima suyo.

En cuanto el mono se pone a correr entre sus piernas, desestabilizando al polluelo, preparo una nueva media luna de viento, dirijiendola esta vez directamente a su estomago, dispuesta a partir al pajarito en dos. Mientras, con la otra mano, mantengo la espada en ristre, preparada para cualquier ataque de otro tipo, pensando ya en el enojoso caso de que el angel vuelva a evitar mi ataque.

En cuanto lanzo la rahca de viento, mi mano se dirije rapidamente a mi cinturon, sacando la pistola en medio segundo y apuntando con precision en el mismo intervalo de tiempo, intentado apuntar a la cabeza del angel. Disparo, confiando en mi buena punteria, pues el angel no para de moverse al intentar quitar de en medio al simio.
- Muerete ya - susurro a la vez que el cañon del revolver suena.

**Master** Mar Ene 26, 2010 11:14 pm

Se aparta con lo que parecía casi un paso de baile y el filo de la espada del ángel oscuro pasa junto a él, rozando el aire donde segundos antes estaba su pecho. Bueno, pero lento, pensó el ángel. Lástima que fuera una de esas aberraciones que poblaban Zion... Y así siguió el baile hasta que su enemigo soltó aquello.

El ángel abrió bastante los ojos, sorprendido por aquel comentario, el último que esperaba y en su rostro de escultura de Miguel Ángel se dibujó la sorpresa al ser golpeado en el estómago por el codo del neutral. Retrocedió, doblandose un segundo y gracias podía dar a que no eligiera atacar en ese momento Nadeer. Cuando se recompuso vió como alzaba la katana. Había en sus ojos un nuevo brillo que no le daba buena espina.

Igualmente, dispuesto a machacar a ese bastardo, se adelantó, tomando su propia espada en ristre y comenzando el ataque.

Después de varios segundos rodando por el suelo con la invocación del ángel oscuro desconocido encima, golpeandolo, logró sacárselo de encima colando una rodilla bajo su cuerpo y empujándolo para tirarlo por los aires. De un salto el ángel se puso de pie, haciendo crujir su cuello, agarrotado por aquellos peligrosos segundos en el suelo. El simio volvió a por él pero esta vez estaba listo para ello y no le pilló desprevenido y en ese punto el ángel era más inteligente que el simio, tal es la naturaleza de la evolución.

Esquivando la mayoría de balas se aproximó a su objetivo, esbozando una sonrisa. A pesar de que le dolía a horrores el hombro estaba dispuesto a eliminar de la faz de Zion y de todos los planos existentes a aquella criatura que jamás debería haber nacido. Además esa en concreto era de esas bestias de un único ala. Bestia porque no podía tener inteligencia suficiente para ser otra cosa, aberración como era.

Estaba a mitad de camino entre él y la repudiada cuando de pronto oyó un disparo a sus espaldas. Al principio no le dió importancia pero la bala, en origen diriguida hacia uno de sus compañeros que la eludió casi sin darse cuenta mientras combatía contra el mono invocado, cruzó el aire para golpear contra la base del cuello del ángel que soltó un quedo gañido, tropezando. No llegó a caer al suelo, pero su vista se nubló y se llevó las manos a la herida, costándole mover los brazos.

Malditos. Malditos. Malditos. ¡¿Cómo se atrevían siquiera a existir aquellas criaturas?!

Se habría librado por fin del mono que tan incordioso estaba siendo cuando oyó a sus espaldas el sonido de un gemido, pronunciado por una voz conocida y fue ese conocimiento el que le hizo reaccionar, pudiendo haberlo tomado por el de un enemigo.

Se volvió a tiempo de ver a Safael llevarse la mano a la nuca que empezaba a sangrar. Entornó los ojos viendo a la que le había disparado y a la que iba a seguir disparando desde el árbol. Con un rápido gesto entretejió una campana de protección alrededor del lider de la exploración de aquella noche y se lanzó a rescatarlo de en medio del fuego cruzado mientras, para sí mismo, seguía preguntándose por qué se habían metido en aquella disputa. Ah... sí, el odio, claro... Ya sabía él que la actitud exagerada de Safael y, aunque en menor parte, Zafel, les iba a acabar trayendo problemas.

-¡Zafel! -gritó únicamente, atrapando el cuerpo de Safael que le miró entre la consciencia y la incosciencia. No podía permitirse el lujo de observar la herida, no allí, pero intuía que podía ser grave. Debían rtirarse. En ese punto si había sido suerte que hirieran a Safael: si hubiera sido a él, su jefe se habría empeñado en seguir peleando hasta caer el último pese a la superioridad numérica de sus enemigos. Hasta ahí llegaba.

Aún enzarzado en la batalla con aquel ángel tardó unos segundos enr eaccionar. Su mente estaba absolutamente concentrada. Finta. Ataque. Defensa. Contraataque. Comvinar a la perfección las cuatro tacticas era crucial en un combate como aquel. Pero entonces oyó la voz de uno de sus compañeros y de reojo vió el panorama que se presentaba, con el otro llevando en brazos a Safael. No pudo distinguirlo bien pero parecía manchado de sangre. El mensaje, aunque irritante, era claro: retirada.

-Esto no quedará así, bastardo -le aseguró a su enemigo, mirándolo con ojos rezumantes de odio.

Maldiciendo y dando un último ataque que dejó una marca larga en el hombro de su enemigo aunque no excesivamente grave, se apartó de un par de ágiles saltos y en menos de dos segundo los tres ángeles habían desaparecido.

**Aiden T. Howl** Mar Ene 26, 2010 11:49 pm

Tras una leve concentración, la herida consigue cerrarse; al menos temporalmente. Espero que lo suficiente como para que aguante el resto de la batalla. La chica del arbol, al ver que estoy más o menos recuperado, retira su barrera de protección para volver a la acción. Aunque no creo que me haya visto, le guiño un ojo de manera amistosa; es realmente irónico que, tras estar un buen rato discutiendo sobre si estaría bien unirse repudiados contra oscuros, nos veamos enzarzados en una batalla así, teniendo que ayudarnos mutuamente.

Divertido por el asunto, dibujo una sonrisa, algo cansada, mientras consigo levantarme por fin sin tambalearme ni caer al suelo. Por fin empieza lo bueno. Observo mis posibilidades; mi brazo no está recuperado del todo, por lo que sería arriesgado acercarme armado y atacar, ya que fácilmente podrían volver a abrir mi herida. La mágia tampoco es que sea muy buena opcion, dado que tras la curación y la invocación, no me siento con fuerzas de hacer mucho más. Conclusión: mejor perder un brazo de una vida.

Echo los brazos hacia atrás, dispuesto a armarme con los katares, cuando me fijo que el colgante de mi cuello brilla. Al alzar la mirada, observo que la imbocación ha hecho bastante bien su trabajo, ya que ha despistado a uno de los ángeles. Me fijo bien en la situación, viendo cómo este aplasta al pobre animal, que se evaporiza, regresando a mi colgante. Perfecto, ya ha hecho suficiente. Aún así, espero unos segundos más. El sonido de disparos me hace observar cómo uno de aquellos angeles cae herido. Entrecierro los ojos; quizás aquello les haga parar, o quizás no sientan ningún tipo de vínculo entre ellos y prosigan la pelea.

Pero no. Tal cual el herido cae al suelo, la batalla parece detenerse. Los tres ángeles, vencidos, se marchan de allí mucho más rápido de lo que llegaron lo que, a decir verdad, supone un gran alivio para mí; realmente no me apetece quedarme sin brazo.
-¿Estáis todos bien...? -pregunto a los que quedamos, algo preocupado. La verdad es que los malditos blanquitos saben cómo plantar cara.

**Seryth Laeanya** Miér Ene 27, 2010 12:50 am

Ve cómo el ángel se acerca a ella, implacable, aún estando herido y sujetando la espada de un modo algo extraño. No le da tiempo a agacharse y coger su arma, y está demasiado sorprendida por la velocidad con la que se acerca. Tendría que lanzarle un ataque contundente en ése mismo momento, algo que le doliera mucho y durante mucho tiempo, pero está demasiado segura de que está a punto de matarla, y no puede evitar cerrar los ojos, encogiéndose sobre sí misma, sujetándose la herida sangrante. Para sorpresa suya, el golpe de gracia no llega a suceder, abre los ojos y se fija en el agujero de bala que tiene en el cuello. Dayree le ha vuelto a salvar la vida, tendrá que agradecérselo mucho, muchísimo cuando la batalla termine. Se agacha y coge la pistola para rematarlo, cuando los tres ángeles se juntan para terminar desapareciendo. Son unos cobardes, pero agradece el no tener que seguir peleando, se siente débil y con pocas fuerzas. Un suspiro escapa de sus labios y se deja caer de rodillas, más tranquila y arrepentida de no haber podido acabar con la vida de ninguno de los ángeles.

- Yo estoy... bien, sí -responde con seguridad, sin ganas de quejarse. En cuanto llegue a casa, se curará, y listo. Dirige su mirada hacia Dayree-. Muchas gracias por salvarme dos veces... Te debo una muy, muy grande -dice, esbozando una tenue sonrisa, de agradecimiento profundo. Sabe que tiene que levantarse e irse de allí, por si acaso vuelven los ángeles con refuerzos, pero no le quedan fuerzas y prefiere descansar un rato más.

Finalmente termina levantándose y se va del cementerio, directa hacia su casa, dónde puede curarse y descansar tranquila, sin miedo.

**Alma Gray** Miér Ene 27, 2010 1:27 am

Parece que el angel ni se da cuenta de que le estoy atacando en cuanto oye a su compañero, cosa que me hiere profundamente el orgullo. Me mantengo con la espada en ristre mientras ellos desaparecen tan rapido com han llegado, guardandola en cuanto me cercioro de que el peligro ha pasado de momento. Guardo tambien la pistola en el cinturon y entonces me giro para mirarlos a todos. Parece que estan bien.

- Yo estoy bien - le contesto a Aiden, dandome cuenta de que apenas si tengo algun rasguño. Extrañamente, me siento decepcionada. Me acerco a el, puesto que durante el combate, de refilon, lo he visto tirado ahi en el suelo, sin pode rlevantarse por la herida en el hombro. Pongo una mano suavemente sobre el lugar donde estaba la herida, mirandolo a la cara para averiguar si su curacion a sido completa, o solo parcial.- ¿Tu estas bien? - pregunto finalmente.

La katana me arde en la espalda, como si palpitara. Siento que aun tengo ganas de hundirla en el cuerpo de uno de esos cerdos alados, y apunto estoy de salir corriendo y plantarme en medio de alguna calle y gritar al cielo, que era donde se suponia uqe estaban, que ya podian bajar a buscarme, que me los iba a comer todos con patatas.
Pero me contengo por Aiden, por su hombro, y por las caras de todos, puesto que se que no soy la unica que se siente asi.

**Nadeer** Miér Ene 27, 2010 11:42 pm

Y comienza el baile. El ángel cae demasiado fácil en la trampa ante su mirada, reprobatoria y en cierto modo con tintes de superioridad... Ve venir el primer espadazo y lo bloquea, desviándole la espada a un lado y asestándole un tajo en el costado en solo dos movimientos.

Lástima que no tenga tiempo de hacer lo que quería hacer, ya que el ángel no le da ni un segundo de respiro. Con las dos manos bloquear no le resulta difícil, pero sí desviar, a no ser que el ataque sea demasiado claro y pueda contraatacar, por lo que, para su desgracia, se encuentran bastante nivelados.

No es consciente del resto de peleas que se suceden alrededor, pero cuando se quiere dar cuenta se ha llevado un corte en el hombro por distraerse más de la cuenta y los ángeles han salido huyendo. No pierde detalle de las palabras de su rival:

-Si hay una próxima será la última... Y no seré yo quién pierda- Dice más para sí mismo, envainando con algo de dificultad la katana. Sin más se sienta en el suelo, con las piernas cruzadas y los ojos cerrados. Tras unos pocos segundos de concentración apoya la palma de su mano en los cortes que tiene, empezando por el del hombro y acabando con los otros dos más pequeños, acabando sin rastro alguno de herida pero con la ropa cortada.

Se levanta, con un suspiro cargado de resignación y rencor, y mira a sus "compañeros", porque algunos no lo son. Tras mirarlos a todos y comprobar que están bien, da media vuelta, encaminándose hacia la salida y despidiéndose con un único gesto de mano, algo desganado...

Al fin y al cabo, su verdadera compañera es la soledad.

**Dayree** Jue Ene 28, 2010 3:13 pm

Los ángeles, amedrentados ante la caída de uno de ellos, huyen. Encima de hipócritas, cobardes... No, si al final haberles puesto el mote de "polluelos celestiales" ha sido una idea ingeniosa y todo: acaban de demostrar ser unos gallinas. Dayree mira el lugar por el que han desaparecido con el odio brillando en sus fríos ojos claros...

No atiende a las preguntas sobre quién está o deja de estar bien. Tampoco a las palabras de agradecimiento dedicadas... ¿Oara qué? Sí, ha combatido por supervivencia con otros, pero eso no significa que vaya a estrechar vínculos. Simplemente mira a Seryth, encogiéndose de hombros con desinterés, como indicando que no lo ha hecho para que le deba nada.

Y, sin añadir palabra, sin mirar a nadie más, Dayree salta a la lápida más cercana y, de esta, al suelo, alejándose del lugar finalmente.

**Aiden T. Howl** Jue Ene 28, 2010 8:16 pm

Observo a todos los demás, esperando sus respuestas. Ninguno parece herido, salvo Nadeer, aunque este se cura a sí mismo y decide marcharse sin despedirse. Tal y como hace la chica del arbol... ¡Espera! Si ni si quiera me ha dicho su nombre. Arrugo la nariz con desagrado, mirando a los que quedamos; Alma, Seryth, y yo. Esta última se marcha también, sin despedirse, dejándonos solos.

Dejo ir un leve suspiro, mirando a mi compañera con una sonrisa cansada.
-Parece que en esta ciudad todos están faltos de educación, ¿eh?
Me acerco a ella, algo débil por la cantidad de sangre que he perdido durante la batalla. Y eso que no he hecho nada. Maldita sea; por una vez que tengo la oportunidad de acabar con uno de esos ~~estúpidos~~ ángeles, y caigo a la primera.

Acomodo mi patético y débil cuerpo sobre una roca más o menos plana, observándo mi brazo. La herida se había cerrado tan solo lo suficiente como para poder hacer algo en la batalla, pero lo cierto es que la cura es bastante burda y débil; dudo que aguante mucho tiempo. Después de mucho masticar la respuesta que darle a Alma, la miro, con una sonrisa torcida.
-Dejémoslo en que estoy vivo.

**Alma Gray** Jue Ene 28, 2010 9:08 pm

Uno a uno, sin una palabra de despedida, se van todos. Arrugo levemente la nariz ante su poca educacion, pero lo dejo pasar. Ninguno esta para formalidades. Al final, yo y Aiden nos quedamos solos en el cementerio. Me giro hacia el cuando me habla, acercandome al lugar donde se sienta antes de contestar a nada. Con cuidado de no rozarle el brazo, para que no le duela el hombro, me siento junto a el.

- No creo que ninguno de nosotros este ahora para ir de bueno - replico, dedicandole una sonrisa. Obeservo la tensio de su brazo y de su gesto, por lo que supongo que, aunque curado, el hombro no durara mucho de ese modo. Espero a que respodna a la pregunta de antes, con paciencia y miradno al cielo. Malditos angeles. Suspirando, me giro hacia el con gesto preocupado cuando responde.

- ¿Quieres que intente cuarte yo? Aunque tampoco es que se me da muy bien.. - tuerzo el gesto, casi a punto de disculparme, aunque al no encontrar razon para ello, mantengo la boca cerrada.
A traves del corte de su camiseta, puedo ver que el hombro empieza a enrojecerse, señal de que la herida no durara mucho mas tiempo cerrada.

**Aiden T. Howl** Jue Ene 28, 2010 9:20 pm

Me encojo de hombros, arrepintiéndome de ello enseguida y dejando ir un leve ay, intentando disimular el dolor del brazo.
-Sí, supongo que es normal que se hayan ido así... Pero no sé. Podrían haberse despedido o interesado por la salud de los demás, ¿no?

La observo sentarse a mi lado con una sonrisa, marcada por el cansancio y el aún vivo odio hacia los angeles. Escucho su pregunta, mirándola con algo de sorpresa; al menos alguien que no pasa de los demás. Hago el amago de volver a encogerme de hombros, pero me lo pienso mejor, optando por un leve asentimiento de cabeza.
-Tan solo si, en agradecimiento, me permites invitarte a tomar algo en mi casa. Nos merecemos un descanso, ¿no crees?

**Alma Gray** Jue Ene 28, 2010 9:25 pm

Sigo a su encojimiento de hombros con uno por mi parte, asintiendo despues y mirandolo preocupada de nuevo al ver el gesto de dolor, no ha mucho tiempo.
- Puede ser, pero cada persona es un mundo - replico, de nuevo ocn una sonrisa, unque n ose aplique muy bien a nosotros eso de "personas".

Pienso un momento sobre su propuesta, y pienso que, antes que hacer un estropicio, prefiero curarlo en su casa, donde supongo de de haber un poco mas de material, aparte de hojas y piedras.
- Tan solo si,en agradecimiento, me dejas curarte en tu casa, con algo mas ortodoxo y higienico que un par de hojas - a pesar de mis palabras me levanto, y con una sonrisa le tiendo una mano hacia el brazo bueno, intenando ahorrarle todo el dolor posible.

**Aiden T. Howl** Jue Ene 28, 2010 9:32 pm

-Pues qué iguales son los mundos de aquellos tres -murmuro en broma.
La observo mientras se piensa la respuesta que, por suerte, resulta ser un sí. Con un leve asentimiento de cabeza acompañado de una sonrisa, me levanto lentamente, tomando el brazo que me ofrece con toda la delicadeza de la que soy capaz.

-Pero te advierto que mi casa es muy peligrosa... Quedas advertida.
Sin decir nada más y adoptando un rostro más bien serio, aunque fingido, echo a caminar junto a Alma por entre las tumbas, con la risa queriéndoseme escapar por entre los dientes. Finalmente, abandonamos el lúgubre y encantador ambiente del cementerio y tomamos dirección a la zona residencial.

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