El Ático del Descanso

Largo día, ahora tornado en noche de luna llena. Archael había atendido varios encargos de Rafael, los cuales incluían a varios niños de un hospital cercano a la base angelical. Los niños tenían cancer terminal de diferentes tipos: páncreas, cerebelo y una variante extraña de pulmón que no se originaba por la inalación del humo del tabaco. Archael había entrado en el hospital pasando desapercibido, llegado hasta los niños, y entre sueños había ejercido el poder de la Unción Divina para sanarles gran parte del cancer. La ciencia del hombre necesita encontrar respuestas a todo, y por ello no podía eliminar la semilla del mal de los niños repentinamente de la noche a la mañana, los médicos harían preguntas. Sin embargo, esos niños comprenderían desde aquel momento que, a pesar de que su llegada a la tierra había sido traumática, Dios no los había abandonado: uno de sus ángeles velaba por ellos.

Enfrascado en sus pensamientos, Archael subió las escaleras preguntándose la razón de por qué los ángeles eran necesarios en muchas ocasiones para solucionar asuntos del hombre. Éste había demostrado ser capaz de dominar la naturaleza que le rodeaba, y de olvidarse de Dios para ello. Harto de supersticiones y cuentos, los venerados Hijos de Dios se habían hecho un hueco en el mundo al margen de su Padre. Extrañamente, a Archael eso no le suponía excesivo problema, en realidad, compartía el sentimiento con ellos...

Y sin embargo los veía tan...pequeños...

Pero esos pensamientos se desvanecieron al llegar al Ático. Basta de dudas existenciales y preguntas trascendentales, el descanso apremiaba. Pensaba leerse un buen libro...o al menos intentaría encontrar alguno para pasar aquella noche. Sus intenciones cambiaron cuando encontró a su amada pareja durmiendo plácidamente. Sonrió, dejó su abrigo largo doblado sobre uno de los sofás, tomó en silencio una de las sillas de la habitación y la situó junto a la ángel.

La contempló durante unos instantes esbozando una pequeña sonrisa que podía asociarse al sentimiento de ternura y alargó sus dedos para rozar su rostro con suavidad, con la esperanza de no despertarla. Ella era en cierta forma una de las razones en las que justificaba el no hacerse más preguntas de las necesarias...por el momento. Y, realmente, lo veía como una razón bastante legítima.

Lentamente, alzó su mano para posarla sobre aquella con la que Jesidiel acariciaba su rostro, cerrando los ojos para poder sentir con mayor intensidad la emoción de la conexión que les unía. Dios les había conferido la capacidad de sentir como humanos, y eso era algo que Archael no dejaba de agradecer en momentos como este.

- Si crees que pronto es las dos de la mañana, nuestros conceptos temporales difieren Jesidiel... - Contestó a media voz, acomodándose al tono con el que su compañera había despertado. - Si te has dormido aquí es porque duermes mal, alma mía, ¿qué es lo que te ha agotado tanto? - Se interesó, quitándose los guantes, depositándolos sobre una mesa cercana y entrelazando sus dedos con los de la jóven ángel.

Archael no permitía que la tensión le corroyera el cuerpo, pero a veces era imposible evitar que se acumulara dentro de él, sin embargo, gracias a aquella criatura de ojos celestes aquello desaparecía sin dejar rastro alguno con el que tuviera que lidiar.

Archael no pudo reaccionar a tiempo cuando Jesidiel se levantó tan repentinamente de su lecho improvisado, así que dilatando sus pupilas observó cómo el menudo tifón que era su pareja celestial se lanzó sobre él al tomar conciencia del tiempo de su existencia (A Camael le habría hecho gracia la situación). Archael situó su pie en ángulo recto y dejándolo rígido, apoyandolo contra los bajos del sillón consiguió que la silla no se cayera hacia atrás, aunque no consiguió que el libro de la pelirroja ser que ahora cual polilla cabreada revoloteaba por la habitación en busca de los diversos papeles que al parecer tenía que entregar a su Maestro (aunque Archael habría jurado que andaba en busca de su orden mental, tristemente olvidado en algún callejón oscuro).

Tomó el libro, lo dejó donde momentos antes Jesidiel había estado durmiendo plácidamente y a continuación se levantó, mirando cómo aún la jóven ángel hacía gala de su atroz miedo a las reprimendas celestiales (Oh, sí, nena, we're the angels, and we're gonna fuck you).

Durante algunos instantes intentó decir algo, pero ante la perspectiva de su inutilidad símplemente comenzó a acercarse a ella, hasta que observó que al candelabro no le parecía buena la actitud de la jóven, y en ácto de rebeldía se lanzó al vacío para acabar con su triste vida de objeto decorativo.

Archael se agachó rápidamente y lo tomó antes de que consiguiera su objetivo, sabiendo que, así, había atraido la atención de Jesidiel. Situandolo suavemente sobre la mesa, y andando con deliberada parsimonia hacia ella, la tomó de los hombros y susurró. - Tranquila... nadie te va a matar. Si tienes trabajo que hacer, no vas a conseguir nada poniendote tan nerviosa... Si consigues acceder a la calma que hay dentro de ti, los actos que tengas que labrar en el mundo lo harán de la forma que deben labrarse, y no impulsados por tu desesperación.-

Rodeándola con sus brazos, Archael cerró suavemente los ojos. Notar la fragilidad de su cuerpo le hacía sentir una cálida sensación de paternalidad y de deseo de protección hacia ella. – Los Arcángeles deben comprender mejor que nadie en su posición que los miembros más jóvenes necesitan tiempo para sí mismos… no sería propio de Miguel actuar de forma frustrada e irascible, ni propio sería de ningún otro Arcangel… - Realmente, Archael no sabía si esas palabras eran o no ciertas, pero en el eterno suponer de las cosas, al ser representantes encarnados de virtudes, los Arcángeles no debían mostrarse débiles en carácter ante sus subordinados. Si no, eso diría mucho de su…calidad.

- Vamos Jesidiel, no deberías preocuparte tanto por las reprimendas y más por hacer bien tu trabajo. Si no has tenido tiempo porque estabas cansada y un Arcangel no comprende eso, hablaré personalmente con Rafael para que interceda. Y ahora, dime, ¿qué es lo que tenías que hacer? -

- Hay demasiado que hacer – Y pocos lo suficientemente capaces para hacerlo… - pensó Archael. – Y Rafael últimamente me envía demasiados encargos… Parece que los Infernales cada vez están moviéndose más, tal vez por eso a ti te están apremiando con esos informes. –

Tomó su mano y la llevó hacia uno de los sillones, sentándose él ahora encima y tumbándola sobre el sillón, pudiendo disponer de su vientre para posibles cosquillas futuras a voluntad. Al hacerlo, sintió una sensación conocida aunque ya se había acostumbrado a ignorarla: excitación. Se había elegido para él el sexo masculino, y como tal, tenía impulsos de éstas características, pero a sabiendas de que les estaba prohibida la relación entre ángeles ni se lo planteaba…bueno, algunas veces sí lo hacía, como esta vez…

Tan frágil, tan diminuta, tan inconsciente…tan…suya.

El ángel cerró por un momento los ojos desviando esos pensamientos de la cabeza y sonrió a su pareja. Si quería estar tiempo con él, estarían. Él también se merecía un descanso y ese día (igual que el resto) había hecho un buen tabajo.

La miró fugazmente a los ojos, sabiendo que esa pregunta iba directamente dirigida a sus pensamientos y cábalas que se formaban en su mente y la intención que dirigía hacia sus pensamientos. Archael sabía que Jesidiel no iba a quedarse conforme con una respuesta banal o evasiva. De hecho, si intentaba esa vía de escape su pareja celestial dudaría, y no podía ni quería permiirse que ella lo hiciera. Apretó los labios durante unos instantes, como quejándose silenciosamente. En una sociedad como la de los ángeles, los pensamientos impuros eran motivo de desconfianza extrema, dado que lo que sustentaba dicha sociedad era precisamente la fe y confianza hacia su creador, el Altísimo. ¿Entonces qué podía contestarle?

Hizo una deliberada pausa dramática en la que cerraba los ojos y dejaba su cabeza caer hacia atrás. Si ella esperaba que él hablase de sus sentimientos, no la defraudaría. Evidentemente, no podía hablar de todos sus sentimientos... Pero le daría algo que la conformaría.

- Cada vez me pregunto más por y para qué luchamos. Excepto Zafiquel que ve a través del tiempo, no creo que ninguno de nosotros, incluso los Arcángeles, comprendan en realidad el plan Divino que existe tras todo esto. Incluso el propio Zafiquel probablemente solo vea una serie indefinida de acontecimientos que se remontan atrás en el pasado y que por un mecanismo de causa y efecto desembocan en el futuro en algo predecible y obvio. Sin embargo, en los años que llevo de existencia, no he visto que nada haya cambiado. La superficie y la apariencia quizá, pero en el fondo todo sigue siendo igual: los demonios que intentan oponerse a Él porque consideran Su gobierno injusto, sembrando el caos y la desgracia por donde quiera que van. Nosotro, intentando detenerles y llevando Su voz y Su voluntad. Los humanos, que han dejado de creer en nosotros, no aprenden las lecciones que les llevarían a estar más cerca de Él, y los que sí lo hacen, son despreciados por sus semejantes con lo que su palabra se olvida o se desprecia...-

Cayó en la cuenta de que había hablado de más, y que probablemente había entrado en divagaciones. Miró entonces a los ojos de aquella niña angelical que acariciaba su rostro y sonrió opacamente, tratando de ordenarse lo suficiente como para resumir. - A veces pierdo la esperanza y la fe en un horizonte explendoroso como nos prometen, eso es todo. -

- Te sigues tragando el cuento sin más... - Pensó durante un segundo, ante sus últimas palabras... ¿Acaso era únicamente el miedo lo que la llevaba a seguir luchando? ¿No había otra razón? El miedo a perderle; un angel más inseguro se habría sentido conmovido, pero él comprendía que a pesar de todo era símplemente miedo, y el miedo es precisamente lo que volvía lineales a los hombres, a las mujeres, y en definitiva, a los ángeles.

Frunció el ceño. Si Dios podía controlar al mundo, era precisamente porque no era lineal en su actuación, y por lo tanto no se le podía predecir... Y él, para poder predecir a sus "creaciones", les ataba a una actitud predecible a través del miedo. Evidentemente su pareja no se había planteado esas cuestiones... Tal vez no tenía necesidad...

Al contrario que él.

Había tremendas incoherencias en todo lo que ocurría. ¿Por qué debían liberar a Adam Kadmon para ganar la batalla por el Altisimo, si se suponía que él podría crear a otro Adam Kadmon 2.0 más poderoso que barriera a sus enemigos? ¿Acaso Dios no tenía suficiente poder? ¿Acaso no le importaban sus creaciones y símplemente observaba la batalla riéndose de ellos? Un Dios inteligente no le habría permitido siquiera plantearse esas preguntas...

Cerró los ojos, alargando el momento de tensión, dando a entender que las cosas que ella había dicho también le afectaban en igual magnitud. - ¿Satisfecha con la respuesta? - Preguntó finalmente, sonriendo débilmente, mostrando aún la pose serena que aparentaba una paz mental interna absoluta.

- Puuuueees... - A decir verdad, Archael no quería irse a vivir con Jesidiel. No era nada personal contra la pequeña ángel, y no era producto de que lo que sentía por ella fuera falso. Era símplemente el hecho de que si ya tenía que darle explicaciones sin vivir juntos sobre las actividades que realizaba, viviendo juntos Jesidiel tendría mucha más posibilidad de controlar sus idas y venidas. Siendo él, podría conseguir evadirlo por un tiempo, unos años probablemente... pero había un problema fundamental: los ángeles son temporalmente inmortales.

- No, la verdad es que no, pero tal y como están las cosas, Rafael no creo que accediese... si ahora mismo estamos en guerra, el hecho de juntarnos a más de uno en un solo lugar sería peligroso porque nos podrían quitar de en medio a ambos de un solo golpe... - Era una excusa estúpida, también se podía pensar que si se mantenían juntos podrían protegerse mejor, y hermanarse de forma más poderosa...

El problema era, que Archael había perdido la capacidad de razonamiento por unos instantes... la actitud de Jesidiel, aunque a ella le pareciera tan natural y despreocupada, a él le había generado nuevamente aquella tensión de excitación y deseo. Y el hecho de que ella no se diera cuenta de ello...era algo que le turbaba todavía más...

Inclinada en esa posición, con ese enfado infantil bullendo de sus entrañas, con sus cabellos deslizandose por delante de sus hombros, esos movimientos bruscos e inmaduros, tan poco pulidos, tan primitivos... Archael ensombreció su rostro al tiempo que notaba que el sentimiento de oscuro deseo comenzaba a florecer sin control en él. ¿Soberbia y ahora Lujuria? ¿Por qué demonios sentía esas cosas? (nunca mejor dicho)

Frustrado, notando cómo esas sensaciones se le arremolinaban en el cuerpo, sintiendo su cuerpo bullir con energías renovadas, se levantó lentamente, canalizandola para hacerse más preciso, sutil y sobre todo, directo.

Apretó los dientes en un gesto de lujuria contenida, frunciendo su ceño con una sonrisa de aquel que va a satisfacer un deseo anhelado por demasiado.

Alargó las manos hacia adelante mientras se acercaba inexorable hacia Jesidiel, su amada pareja, su niña, su...objeto de implacable y fálica pasión que...

Se detuvo repentinamente, abriendo enormemente los ojos, al tiempo que cerraba lentamente sus puños...¿Qué había estado a punto de hacer?...

- Yo...iba a abrazarte...por la espalda...para pedirte disculpas por... no haber cumplido mi promesa... - Sí, buenos reflejos, aunque se sentía horrorosamente imbecil por haber dado lugar a una posible situación así, ahora no tan posible, sino factible y presente. ¿Qué demonios pretendía demostrar el Altisimo con generarles esos sentimientos? ¡Si sentían como humanos, sería porque debían comportarse como tal! Y además, ¿Les pedían a los humanos no dejarse embaucar por los pecados si luego estos estaban tan a tiro de piedra con constantes bulliciones de líbido como esas?

Y más importante...¿por qué no había caido finalmente en la tentación...por miedo a represalias...o porque realmente pensaba que estaba mal...?

Tragó saliva y reculó, dando algunos pasos hacia atrás y alejándose de su pareja, mostrándole que le permitía tener su propio espacio y que no iba con intenciones hostiles... el punto débil de la ingenuidad de Jesidiel era precisamente ese, podía malinterpretar muchas de sus acciones...

Aunque en esa hubiera acertado de pleno.