Sala de Reuniones

**Lucifer** Sáb Ene 16, 2010 4:41 am

Problabemente la sala más importante de toda la base. Es donde los arcángeles se reunen de forma periódica para la toma de decisiones, unas decisiones que, directa o indirectamente, afectan a todos sus hermanos. De hecho no resulta difícil escuchar algún reproche de Miguel o la calma de Gabriel por encima del armónico crepitar de las llamas.

Consta de una única mesa rectangular también acristalada y varias sillas de cuero negro alrededor de la misma.

Nota: En esta zona sólo pueden rolear los arcángeles o aquellos que hayan sido llamados de antemano por uno de ellos... Si entras sin ser avisado, atente a las consecuencias...

**Gabriel** Jue Feb 04, 2010 7:36 pm

Gabriel fue, como era costumbre, el primero en llegar a la sala de reuniones para la de aquel día. Esto no implicaba que el resto fueran lentos o se retrasasen, de hecho Gabriel estaba seguro de que la mayoría llegarían a su hora; pero él prefería adelantarse y estar allí cinco minutos antes, aunque solo fuera para repasar y preparar los temas que iban a tratarse aquel día.

No era nada nuevo, se trataba más de una reunión rutinaria que de otra cosa. Intentarían averiguar si alguein sabía algo nuevo acerca de los cristales, tanto los que estaban en posesión de otras razas como el perdido; además de si se había notado algún tipo de movimiento extraño o digno de mención entre las otras razas; si había algo a destacar o algo parecido.

No tenía muchas esperanzas. Últimamente la situación estaba estancada y apenas se había visto movimiento pero la calma no dura eternamente, Gabriel lo sabía, y era mejor estar atentos para cuando se rompiera. Solo era cuestión de tiempo. Esperaba que esa ruptura de la tranquilidad fuera al menos positiva.

Así que llegó a la sala de reuniones, vacía, y se sentó en la silla que había al final de la mesa de cristal. Ojeó por encima un par de archivos que había sobre la mesa, pero no suponían información nueva, así que apoyó la barbilla sobre las manos entrecruzadas y aguardó a que sus compañeros fueran llegando con paciencia.
Esperaba que pudieran venir todos. Podía haber alguien demasiado ocupado, pero siempre era mejor estar todos.

**Miguel** Jue Feb 04, 2010 7:58 pm

Y un par de minutos después de la entrada de Gabriel la puerta se abre, de forma rápida y sonora, dando paso a su figura. Pelo rojo en conjunto con sus ojos y alas grandes y llameantes que parecen hechas para atemorizar por su grandeza.

Sus ojos repasan la estancia con rapidez, fijándose últimamente en Gabriel con una mueca de un perfectamente camuflado desdén, a juego con una sonrisa:

-Siempre tan puntual, Gabriel... -Consciente es de que si no fuese por Gabriel, no tendría las cosas tan difíciles a la hora de que todos viesen la solucción. Y precisamente por eso acudía a estas reuniones, para intentar hacerles ver al resto de sus hermanos lo que hacía falta en la Tierra, que las soluciones pacíficas y diplomáticas no valían con las bestias del Averno....

Y lo conseguía, resultando gracioso que fuese el propio devenir de las cosas el que mostrase que lo único que valía contra los demonios era acero y sangre, como el de su espada, aunque ahora no la llevaba por ser demasiado voluptuosa y no hacerle falta. Se encamina con pasos grandes y medidos hasta su silla, enfrente de Gabriel, ambos presidiendo la mesa en ausencia de Adam Kadmon, reconociéndose como los dos arcángeles que más poder tenían en estos momentos.

No dice nada más, limitándose a esperar, manos entrecruzadas y barbilla enterrada en estas, al resto de sus hermanos.

**Rafael** Jue Feb 04, 2010 8:29 pm

Una súbita ráfaga de viento pareció colarse por la puerta ya abierta de par en par tras la entrada del Arcángel del Fuego. Se formó un compacto remolino que revolvió el pelo y las plumas intangibles de los otros dos ángeles, y acto seguido se disipó de repente, dejando tras él la simple figura de Rafael. El arcángel sonrió a Gabriel como saludo y se llevó una mano al flequillo rubio para apartárselo de los ojos. Luego miró a Miguel con cierta sorpresa.

- Vaya, Miguelito, no me lo puedo creer, si has llegado puntual y todo... ¿No estarás enfermo, no? - el arcángel médico se rió por lo bajo.

Alzó una mano tras él, sin mirar realmente que apuntaba hacia la puerta abierta, y ejecutó un giro de muñeca que provocó otra pequeña ráfaga que cerró las puertas de la sala.

- Aunque no estemos todos, no queremos que se escape la corriente, ¿no es así? - inquirió, encarcando una ceja y observando detenidamente a Gabriel con sus ojos de halcón.

**Uriel** Vie Feb 05, 2010 12:55 am

La puerta se volvió a abrir nada más cerrarla, mostrando a Uriel en su umbral con una ceja cobriza ligeramente enarcada y sus penetrantes ojos esmeralda clavados en Rafael. Descruzó los brazos sobre el pecho, entrando en la estancia con paso seguro y firme, mientras sus alas del color de las entrañas de la mismisima tierra se plegaban a su espalda lentamente.

-Siempre tan amable, Rafael, pero la proxima vez comprueba la puerta antes de cerrarla... - saludó con una taimada sonrisa al arcángel antes de encaminarse hacia su asiento y saludar a los otros dos con un gesto de cabeza. -Lamento el pequeño retraso, estaba ocupado...- se disculpó sin especificar, seguramente ya se imaginarian donde había estado. En el járdin más cercano observando la vegetación con ojos brillantes y una sonrisilla dibujada en sus finos labios.

**Samael** Sáb Feb 06, 2010 5:23 pm

Apenas un par de minutos después de la entrada de Uriel, pasos ligeros se escuchan camino a la sala y la figura de Samael aparece en el umbral de la puerta. Sus alas, cristalinas y translucidas, reflejan toda la luz de la estancia aumentando la iluminación unos instantes hasta que las pliega en su espalda, encaminándose hacia la mesa, con sus ojos plateados fijándose en los de todos y cada uno de sus compañeros, como si estuviese leyendo cada sentimiento presente en ellos:

-Buenos días -Saluda, con voz pausada- Al igual que Uriel, yo también lamento llegar tarde... -Añade, lanzando una mirada a la puerta- Esperemos que Camael y Zafiquel puedan asistir, aunque sea con más retraso aún que nosotros...

El Arcángel de Cristal toma asiento junto al de la Tierra, espectante.

**Camael** Sáb Feb 06, 2010 5:52 pm

Seguramente era irónico que fuera el arcángel del tiempo quien llegara tarde, pero así fue. Poco después de aparecer Samael, el arcángel entró con pose serena y pasos firmes y seguros, llevando su siempre pulida armadura plateada y su túnica blanca e inmaculada. Observó con aquellso ojos gris acero a los presentes e inclinó la cabeza con respeto y media sonrisa taimada, que quedaba extraña en contraste con sus facciones repentinamente serias.

- Lamento el retraso, pero como bien sabéis, el tiempo no se detiene por nadie... si no lo considero estrictamente necesario. - Con un movimiento de la mano se apartó el cabello griz ceniza y se sentó en su silla correspondiente, cruzando las manos ante el rostro y quedándose en silencio respetuoso.

FDR: podéis ir posteando, Camael no va a intervenir demasiado.

**Gabriel** Sáb Feb 06, 2010 6:29 pm

Gabriel aguardaba con las manos entrelazadas en su silla cuando el primero en llegar, apenas unos minutos después, dando casi un portazo fue Miguel, con el cabello de aquel rojo encendido tan caracteristico del arcángel del fuego. El fuego, esa era la clave en Miguel, era demasiado temperamental, como las llamas, y había que saber controlarlo. Claro que a veces al fuego no le gustaba que le quitases leña pero era necesario para no causar un incendido y que siguiera otorgando luz y calor a los que le rodeaban. Ese era el secreto de Miguel.

-La puntualidad no es cosa mala, Miguel -le recordó con suavidad a Miguel, sin mala intención. Se imaginaba lo caótica que sería una reunión donde nadie llegase a su hora... sería imposible organizar nada. Vio a Miguel sentarse frente a él y siguió esperando, el resto debía estar al caer.

Y poco a poco fueron llegando todos. El siguiente fue Rafael, acompañado por un soplo de viento que agitó el cabello de los otros dos, cerrando la puerta tras de él con ese caracter pícaro suyo. El caracter del viento, sin duda. Resultaba interesante como cada arcangel era lo que representaba, sin casi excepciones. Gabriel se rió un poco por la broma de Rafael.
El siguiente fue Uriel. También era gracioso ver los piques que se traían entre ellos. Pero un poco de ... diversión, nunca estaba de más, mientras que a la hora de la verdad no les afectase negativamente. Hasta el momento había sido así, aunque mentiría si pensase que no le habían llegado a preocupar alguna vez...
Los últimos en llegar fueron Samael y Camael, tan solo quedaba Zafiquel, que funcionaba a su propio ritmo. Podía aparecer o no.

-No pasa nada, aún no hemos comenzado -les dijo a todos, dejandoles tiempo para que tomaran asiento al rededor de la mesa de reuniones y tomando aire-. Como espero que todos sepáis esta es una reunión rutinaria. Me gustaría saber si alguno de vosotros ha obtenido alguna información interesante o si ha notado algún cambio peculiar últimamente. Todo lleva mucho tiempo tranquilo, pero sospecho que no seguirá así mucho tiempo... -como el agua. El mar podía estar tranquilo pero era cuestión de tiempo que hubiera alguna tormenta. La calma y el caos solo se turnaban, ninguna duraba eternamente.

**Miguel** Sáb Feb 06, 2010 6:39 pm

-Sabes perfectamente que no enfermo, Rafael, y si llego puntual es para hacer que tú llegues tarde.

Parece que habla en serio, pero se nota cierto tono socarrón en su voz. Va observando como el resto de arcángeles entran, excepto Zafiquel, que, conociéndolo, aparecerá cuando le plazca, al fin y al cabo la puntualidad no era obligatoria.

Espera pacientemente, algo que le molesta bastante, a que Gbriel exponga la misma base de siempre de la reunión... Lo de siempre, siempre lo mismo, una y otra vez, "todo está muy calmado","No hay novedades, pero no creo que dure mucho"

Aprieta los puños de forma disimulada y, en cuanto puede, toma el turno de palabra:

-Ahi está el problema, esperamos a que actúen los demás, mientras que ellos se mueven, no los vemos, pero se mueven. -Refleja cierto toque paranoico en su teoría. Observa a todos y cada uno de sus hermanos con sus ojos rojos como el mismísimo fuego, guardando unos segundos de valioso y reflexivo silencio- Cuando nos queramos dar cuenta habrán movido ficha y nosotros tendremos que ponernos a pensar la respuesta al movimiento... Y por todos es sabido que el que más espera es el que pierde.

Y termina, esperando a ver quién está de acuerdo y quién no, sin desvelar nada de lo que tiene pensado.

**Rafael** Sáb Feb 06, 2010 7:04 pm

- Ehm, ¿ups? - Rafael se encogió de hombros mirando a Uriel con una media sonrisa de disculpa. - Oh, sí, si enfermas. Lo que pasa es que tú nunca vas al médico, Miguelito... - el arcángel del viento chasqueó la lengua y negó con la cabeza varias veces.

No tardaron en ir apareciendo los demás, a parte de los presentes: Miguel, impetuoso como el fuego, Uriel, calmado, salvaje y firme como la tierra misma, Samuel, con aquella deslumbrante pureza cristalina que tanto le caracterizaba, y siempre, el primero, al frente, Gabriel, cuyo carácter podía ser como el transcurso más estable d eun río, o un destructivo torrente capaz de arrarsarlo todo.
Y como siempre, Zafiquel, llegando tarde, o no llegando. Pero era parte de él, perderse con su ceguera, o estar demasiado abstraído en otro tipo de visiones.
Como fuera, la reunión comenzó, como siempre Gabriel expuso el tema a debatir (el de siempre desde hacía meses, o años quizá), y, como siempre, Miguel se lanzó a la primera oportunidad pidiendo acción.
Rafael suspiró profundamente y esbozó una media sonrisa, mientras se levantaba de su asiento y se acercaba a Miguel, colocándole una mano en el hombro.

- Miguel... eres el general de los ángeles, nadie mejor que tú aquí sabe que mover ficha a la desesperada es un error tanto o más grave como esperar a ver lo que hace el contrincante. - el arcángel sorprendentemente había abandonado el tonillo alegre de su voz y se había vuelto mucho más profundo y serio. - Sin embargo en algo estoy de acuerdo con Miguel. Creo que todos hemos notado el cambio... Las cosas se ponen tensas entre los demonios, se percibe movimiento e inquietud entre sus Satanes. Sus voces resuenan entre los humanos tentándoles y atrayéndoles hacia su bando. Mi aprendiz, Archael, percibe que cada vez es más difícil que los humanso mantengan la fe en nosotros, y los demonios comienzan a dejar a un lado la... clandestinidad de sus actos. Y por los informes de Jesidiel, la presencia de renegados y oscuros comienza a dejar de ser una serie de sucesos puntuales, cada vez hay más y se están agrupando de forma mas seria... - respiró profundamente haciendo una pausa. - Todos los bandos preparan sus fichas. Se que nuestra prioridad, como acordamos, es la búsqueda de los cristales, y que queremos evitar una batalla cruzada en suelo terrenal... Pero tampoco podemos quedarnos de brazos cruzados. Gabriel... - se quedó mirando al arcángel del agua - ... deberíamos empezar a movilizar tropas y preparar, aunque sea, algo que nos permita protegernos de algún golpe o movimiento desprevenido. Aunque no me guste admitirlo, nuestra situación en esta guerra roza el límite crítico...

**Zafiquel** Lun Feb 08, 2010 6:39 pm

Mientras se acerca a la sala ya oye las voces de sus hermanos, llega tarde y no le gusta hacer esperar. Con sosegados pasos llega hasta el umbral de la puerta y se detiene observando sin ver el interior de la sala. Todos están allí, todos sentados excepto Rafael, no los ve pero los percibe de una forma muy intensa.

-Siento no haber llegado a tiempo, espero no haberme perdido mucho-ladea ligeramente la cabeza pero en su rostro se ilumina una sonrisa franca.

Sin dificultad algo curioso para quien ha sido privado del sentido de la vista, cierra la puerta tras de sí, recorre la sala y toma asiento junto a Camael. Una vez más, como cada vez que siente que algo no ha hecho bien del todo, coloca su suave cabello sobre el hombro derecho, sus dedos se enredan ligeramente en él haciendo que surjan destellos malvas que él no puede apreciar.

-No era mi intención interrumpir la reunión-añade una vez sentado con la voz cargada de humildad-, proseguid, por favor.
Sus ojos velados, de un violeta profundo, se quedan clavados en ningún sitio en particular, mientras espera con atención que siga la reunión. La sonrisa se mantiene en su rostro.

**Uriel** Mar Feb 09, 2010 1:08 am

Saludó a Camael con un leve gesto de cabeza mientras se acomodaba en el asiento. Derecho y con los codos sobre la mesa, entrelzando sus manos para poder apoyar después la barbilla sobre estas mientras contemplaba a sus hermanos con aire pensativo, sumergido en sus cabilaciones personales.

-No interrumpes en absoluto, Zafiquel, no te disculpes - contestó con tono neutro pero mostrando una pequeña y curvada sonrisa en sus finos labios dignos de ser esculpidos por los más grandes, al igual que todo él.

Escuchó con atención los comentarios que hacían sus hermanos, mirando a un punto fijo de la mesa con los ojos entrecerrados mientras captaba la conversación perfectamente.

-He de decir que a mi tampoco me entusiasma la idea de ser los únicos sin tener movimiento alguno mientras todos se preparan para la batalla pero... Lo siento, mi posición es firme. No deberíamos luchar salvo para defendernos en caso de ataque, comenzar a prepararlo todo solo significaría dar a entender que estamos dispuestos a seguir su complicado y extraño juego, debemos demostrar que no somos como ellos, ya que tanto alardean muchos de ese dato. No pienso arriesgarme, ni permitir tampoco, a que comencie una batalla que arrase la Tierra, la cúal debo proteger.

**Samael** Mar Feb 09, 2010 3:25 am

Samael saluda con una sonrisa a Zafiquel y Camael cuando aparecen, negando levemente con la cabeza. Alza una mano, en un gesto para restar importancia a su impuntualidad... Al fin y al cabo no han sido los únicos:

-Vuestros retrasos son comprendidos -Responde con voz tranquila- Es de todos sabido la razón que tienes, Camael, en que no se debe influir en el movimiento de los Granos que caen en el Reloj si no es necesario, luego agradecemos que de todas formas estes presente para escucharnos aunque no puedas intervenir... -Asiente a las palabras de Uriel- No interrumpías, Zafiquel, acabamos de empezar... -Y, como nadie lo ha hecho, él se dispone a hacer un resumen, aunque nadie se lo ha pedido- Nuestro querido Gabriel ha comenzado explicándonos que aunque todo está bastante tranquilo últimamente no cree que sea una calma que vaya a durar, a lo que Miguel opina que deberíamos hacer algo antes de que lo hagan los Infernales, pero Rafael, aunque lo respalda, no cree que debamos precipitarnos... -No parece por su tono de voz dar la razón a nadie, simplemente informa al reción llegado. Escucha la opinión de Uriel mirándole unos segundos y vuelve a observar después al Arcángel del Devenir, asintiendo sutilmente- Y nuestro amigo Uriel acaba de dar su punto de vista...

Y tras eso se queda en silencio unos segundos, como esperando algo. Sus ojos plateados se posan en todos los de cada uno de sus seis compañeros, como si pudiese leer a través de ellos y empatizar, o como si pudiese dejar así clara la sinceridad de sus propias palabras para darles más veracidad:

-¿No os dais cuenta, hermanos? -Pregunta entonces, rompiendo el silencio- Estáis centrándoos demasiado en si recibiremos un ataque y en si hay que esperar a defenderse de este o adelantarnos... ¿Es eso lo importante? -Niega con la cabeza, volviendo a sonreír- Como ha dicho Rafael, los Mestizos y aqullos que apodais Repudiados aumentan su número, así como los Caídos que antaño formaban parte de nuestro mundo y ahora llenan las filas Infernales... ¿No lo entendéis? -Suspira, parando unos segundos antes de proseguir- Lo que hay que hacer es detener la guerra haciéndoles ver que aquí tienen un hogar, que a los que descendieron se les perdonan sus pecados para que puedan redimirse y volver a ser lo que eran: ángeles como fuimos nosotros. Que a los Renegados debemos darles el hogar que les robamos y les corresponde por derecho nato. Que los Oscuros tienen ese mismo derecho y hay que hacerles ver que es este el lado de la balanza que deben elegir y no el de aquellos que siembran el mal... Y así, nuestro único enemigo serán los Demonios originales nacidos de las llamas del Averno, que supondrán una amenaza minoritaria al haber recogido al resto de razas en nuestro seno... -Pese a que está seguro de sus palabras, todas son dichas con humildad, sin ser alzada la voz en una frase más que en otra- ¿Cómo van a tener fe en nosotros los humanos si no la tienen aquellos a los que dimos la vida y luego rechazamos? Dejad a un lado planes de Guerra y preocuparos por enmendar el error que camuflamos bajo el nombre de purificación.

Tras esa intervención que, como consiste en la misma cantinela de siempre, no da lugar a poder probar cualquier sospecha de sus compañeros acerca de él, el Arcángel de Cristal vuelve a observar a todos y cada uno de sus compañeros con esa mirada suya tan transparente y llena de pureza. Se sume de este modo en un calmado silencio, mostrando su predisposicón a escuchar las opiniones de los demás...

**Gabriel** Mar Feb 09, 2010 8:08 pm

Tras haber expuesto el punto de comienzo de la reunión, Gabriel se había echado atras en su asiento, contemplando a sus compañeros, aguardando a que todos dijeran su opinión. El primero fue, como siempre, Miguel con el argumento que en boca del arcángel del fuego era el pan nuestro de cada día. Si por Miguel fuera las tropas celestiales entrarían en el infierno a exterminar a los demonios directamente.

Aquella vez fue Rafael el que paró los pies del argumento de Miguel, pero, aún en un tono menos... imperante, tenían opiniones similares. No es que esto sorprendiera a Gabriel. Miguel y Rafael coincidían en muchos puntos, demasiados a veces, pero gracias al cielo, Rafael era más templado que su compañero y sabía como manejarlo. Aún así, juntos, eran un dueto al que había que manejar con cuidado. Cualquiera diría que desconfiaba de ellos... no era así exactamente. Su labor era mantener a los siete unidos, no permitir que cayeran en las disputas y rencillas que gobernaban a los siete satanes por ejemplo. Era una labor costosa y complicada, mantener el equilibrio.

Mientras pensaba en las palabras de Rafael, meditabundo, la puerta se abrió de nuevo y apareció Zafiquel, sorprendiendolos a todos. Gabriel le saludó con una sonrisa, indicándole con un gesto que tomara asiento.
Después de esta pequeña interrupción le llegó el turno a Uriel. Al final todos eran previsibles, en sus elementos se delataban más de lo que querían. Uriel amaba la vida, era la madre de la tierra, y nunca desearía una batalla, ni muertes ni derramamientos de sangre. Mientras que a veces se preguntaba qué sería de Miguel o Rafael en un mundo sin enemigos ni demonios, para Uriel sabía que sería el mejor paraiso posible. Pero tampoco eso era posible y Gabriel era dolorosamente consciente de ello.

Quizá la intervención más reseñable, cargada de sinceridad respecto a los pensamientos del que hablaba, era la de Samael. Tenía un curioso don para arrojar luz sobre perspectivas que el resto no había considerado. Pero eso tampoco significaba que tuviera la verdad completa. Ninguno de ellos la tenía, por eso eran siete, porque debían complementarse y solo de la unión de todos sacarían algo en claro.
Viendo que era su turno de palabra Gabriel procedió, pensando sus palabras con lentitud:

-Miguel, Rafael, no vestamos sin fichas -les recordó a ambos. Mantener una posición preventiva no era quedarse sin hacer nada. Aquel no era un argumento válido para convencer al arcangel del agua para iniciar una ofensiva. Ellos no eran los demonios. Ellos vivían para la paz y ese era su objetivo, ¿cómo podían defenderlo y a la vez ser los primeros instigadores de la guerra? Por eso Gabriel se negaba a iniciar un ataque declarado, como parecía sugerir Miguel y que, sabía, en el fondo Rafael apoyaría aunque su intención fuera más templada-. La situación no es tan precaria. Tenemos tropas y protecciones, como vosotros dos sugeristeis, más que de costumbre a la vista de que la situación actual empeore. Por el momento no veo la necesidad de cambiar de posición en este tema.

Sabía que eso no calmaría a los otros dos arcángeles, pero esperaba que les sirviera... por el momento. Tarde o temprano tendría que hacer algo al respecto, solo esperaba que, llegado el momento, supusiera el menos negativo para todos ellos.
Se volvió hacia Samael. Responderle a él sería más complicado.

-Entiendo lo que dices, Samael... no creas lo contrario. Pero para obtener el perdón ha de haber arrepentimiento y deseo de enmienda. Ángeles Oscuros que cada vez que ven a un ángel lo atacan... Repudiados que hacen lo mismo... yo no veo ese propósito de enmienda. Nada desearía más que poder pacificar la situación con ellos -lo ideal sería que no existieran pero tristemente así era la situación. No odiaba a ninguna de las dos razas, pero debía tener presente por qué existían-, pero me temo que no es posible. Si sin arrepentimiento los dejáramos entrar al paraiso este dejaría de serlo. Y piensa en cómo se tomarían el resto de nosotros esto -no se refería únicamente a los siete, si no a todos los ángeles. Aunque había unos que apoyaban a las razas tradicionalmente neutrales, otros que les eran indiferentes, había un sector que los odiaba declaradamente. Si los admitiesen entre ellos se enfrentarían a una revolución similar a la de Lucifer tantos milenios atrás-. Solo puedo decirte una cosa, hermano, tú eres el que más contacto tienes con ellos. Recuerdaselo -porque también, dijera lo que dijera Samael, Gabriel estaba seguro de que muchos repudiados y oscuros no querrían ni oir la oferta en caso de producirse.

**Miguel** Mar Feb 09, 2010 8:38 pm

Si fuese otro de sus hermanos el que le pusiese la mano en el hombro no podría evitar un gesto de desdén, pero siendo Rafael se lo permite, no en vano es de los pocos en esta sala que logra entenderlo, aunque sus métodos sean distintos. Sigue a Zafiquel con su mirada ígnea hasta que toma asiento, escuchando con paciencia el discurso de Rafael.

Lo que esperaba, ni más ni menos, un apoyo pero más relajado... Algo que necesita, aunque no estaría mal que se mostrase algo más activo... No puede callarse ante un comentario del arcángel del Viento, con una mirada entrecerrada y profunda:

-Archael... Sé que lo tienes en muy alta estima, aunque tiene demasiada tendencia a mirar por encima del hombro a los demás... Deberías vigilar eso. -Comenta con aparente aire casual, dejando lo que en otras personas sería una orden en un mero consejo.

Uriel también parece en su línea, sin darse cuenta de que los sacrificios llegarán, tarde o temprano. No parece darse cuenta de que mejor que perezca una ínfima parte de la Tierra a todo el Cielo, pero no puede evitar pensar que no todos tienen su amplitud de miras.

Y ahora, Samael. Mira que lleva escuchando ese discurso décadas, casi siglos.. Perono puede, es superior a él, su mente es incapaz de concibir esa aberrante visión de todos juntos en paz y armonía. Sus ojos se encienden aún más, sus alas emitne suaves llamaradas rojizas y el pelo parece emitir un sonido crispante.

Hasta que estalla, con un puño en la mesa, que si bien no es violento es firme, principalmente porque Gabriel ha expuesto una negativa, no compartida con la que tiene él, pero negativa al fin y al cabo:

-Basta... Creo que olvidas que la dualidad de los oscuros no nos es favorable. Déjalos entrar, y veremos cuanto tardan en irse con jugosos premios para los demonios... O para ellos mismos. Y respecto a los otros -No va a nombrarles de otra forma- Sí, hay más... Incluso cuando, supuestamente, tendrían que haber menos, es sabido por todos que muchos perecen por subestimar a los nuestros movidos por el rencor... Pero no, es justamente al contrario, crecen... Y se ordenan, empiezo a pensar que alguien tiene que estar guiándolos...

No dice nada más respecto a ese tema, aunque por la mirada que le dedica a Samael sospecha de cualquiera, pero aún más de él. Escucha a Gabriel, frunciendo el ceño de forma salvaje:

-Así que nuestra labor en esto es esperar, mientras los humanos a los que tanto veneras caen en las escaramuzas, o en las tentaciones demoníacas, mientras la naturaleza agoniza... -Mirada inquisitiva a Uriel, tiene que ganárselos, si logra convencer a más de la mitad, excluyendo a Camael, tiene más probabilidades de conseguir algo- La mejor defensa es un buen ataque, aunque me sorprende, o eso creo, que penséis que me lanzaría de cabeza sin evaluar una batalla... Os recuerdo que logramos echar a Lucifer de aquí, junto con todos los demás... Ahora decidme qué hubiese pasado si en vez de actuar hubiésemos esperado, hermanos.

Él en sus trece. Se recuesta sobre el respaldo de la silla y vuelve a esperar, ya más calmado.

**Rafael** Miér Feb 10, 2010 12:50 pm

- Tranquilo Zafiquel, no interrumpes... - el arcángel del Viento le sostuvo la mirada al del fuego ante su comentario sobre su aprendiz - No estoy aquí para hablar de mi subalterno. - replicó con calma - Si quieres decirme algo sobre Archael, mejor espérate a que termine la reunión, mi impaciente amigo...

Rafael escuchó seriamente las palabras de sus compañeros a través de aquellso ojos de halcón semiocultos por el fino flequillo dorado...
Se esperaba una respuesta así, los ángeles por naturaleza eran reacios a la violencia, en especial Samael y Uriel. Ellos se negarían en rotundo, como siempre. Camael no mediaría palabra hasta creerlo oportuno, de momento el sabio arcángel del Tiempo se había quedado estático con las manso cruzadas sin haber dicho ni media palabra. Gabriel siempre opataría por la opción que él valoraría razonable seguún sus variables. Y el recién entrado Zafiquel... a veces estaba a favor del movimiento, a veces no... Todo dependía del futuro.

Ante la respuesta de Miguel, al que podía notar más irritable a cada minuto que pasaba, Rafael le golpeó en el hombro una sola vez para calmarle, y cortó el contacto entre ellos. Rafael rodeó la mesa hasta situarse junto a Gabriel, mirando al resto de los arcángeles.

- Se que puede parecer una opción precipitada. Pero ya es hora de que abráis los ojos, hermanos. Las defensas que tenemos son insuficientes, y los ángeles cada vez caen más fácilmente en la tentación. Incluso los oscuros que acojemso en nuestro seno tarde o temprano se acaban marchando hirvientes de deseos de venganza, como dice nuestro hermano Miguel. - tomó una pausa e inspiró profundamente, apoyando los puños en la mesa, con el cuerpo ligeramente arqueado hacia delante. - Entiendo que tenemos que conseguir la paz, que debemos evitar una confrontación que pueda poner en peligro Zion y todas las vidas que habitan la ciudad... Pero tenéis que entenderlo, si el enemigo se mueve, nosotros tenemos que hacerlo también. - el arcángel frunció el ceño y se apartó el pelo del rostro con un movimiento de la cabeza. - Decís que ya tenemos peones en el tablero... personalmente yo no lo veo así. Lo único que tengo son informes negativos, problemas que se acumulan en mi mesa y en la de Miguel, tropas mermadas, muertes, deserciones de ángeles oscuros, ataques de repudiados resentidos, y más lechos ocupados en el hospital...
>> No ha habido noticia alguna sobre los demás cristales, y tampoco tengo entendido que hayamos ganazco una pizca de terreno. Quizá no lo hayamos perdido, pero empiezo a ver peligrar las fronteras de nuestra credibilidad y nuestra fuerza en esta guerra... Estoy cansado de seguir así, mientras los oscuros resentidos y los demonios vagan por ahí poniendo a todos los humanos en nuestra contra y haciendo caer y tentando a los ángeles de nuestras tropas. - miró inquisitivamente a Gabriel - Estoy cansado de levantarme cada mañana y levantarme pensando que al abrir la ventana veré el cielo surcado de alas negras, como en los viejos tiempos. Si los Satanes consigueran los cristales, o incluso sin ellos, si pudieran reunir un ejército lo suficientemente estable y fuerte no vendrían sólo a por nosotros, convertirían Zion en parte de su Infierno, y todos los sabéis. Ya no se trata sólo de tener más efectivos en activo o no. Lo que digo es que necesitamos un as en la manga, un arma con el que poder vencer y caminar sobre seguro en caso de que las cosas se tuerzan en nuestra contra, ¿entendéis? Y aún en el caso de que no tuvieran semejante fuerza ofensiva, entonces tratarían de hacer lo que lelvan años intentando: corrompernos desde dentro. Si la moral de los ángeles y la firmeza de sus creencias a cada año que pasa se tambalea más, ¿de verdad creéis que tenemos que esprar? ¿Esperar a qué? ¿A que todos los ángeles hayan sido corrompidos, a que los repudiados formen un grupo estable sediento de venganza, a que los pocos oscuros que aún nos tienen estima también se vuelvan contra nosotros?

Rafael se irguió de nuevo y observó a los presentes desde su altura.

- Si de verdad estamso viendo una reorganización entre los repudiados y los oscuros (aunque de estos últimos creo que casi todos sabemos que es el Bastardo de Lucifer quien anda atrayéndolos hacia el lado Infernal), propongo entonces que averigüemos quién los está moviendo y a que bando pertenecen, si es que pertenecen a alguno... - el arcángel incluso se llevó una mano al mentón, pensativo. - Tenemos que impedir que todas las razas se tornen contra nosotros, hermanos. Si no, nuestra misión aquí habrá fracasado.

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