The Eternal Night

Una de tantas otras noches en un lugar donde el sol nunca surgía. Ese era el momento elegido por Ivrail para acudir a aquel local de influente muerte para dar con algún tipo de contacto ameno, de esos que le conducen a pistas inherentes o situaciones diferentes. Desde que su colaboración con la Orden había empezado a ser más productiva, sus lugares predilectos para la localización de seres extrasensoriales le había conducido a lugares como ese: la cuarta planta de la discoteca.

El ambiente dark wave de aquella goth session, levantaba el ánimo de un Ovonnen en su línea, que alardeaba de su escandaloso sistema de atracción humana gracias a sus suaves movimientos entre las personas congregadas. Rodeaba las cinturas de unos pocos con sutileza, mientras susurraba algo en los oídos de otra figura oscura, y daba media vuelta, internandose en el gentío. En pocos segundos, se había deshecho de los embriagados góticos que poblaban la sala para llegar a la barra central.

- Red Sting, si me hace el favor. - Comentó a la camarera, con un tono de voz que no llegaba a ser alto, pues se acercó lo suficiente a la misma como para que pudiese escucharle bien entre los golpes sintéticos de la música que se escuchaba. Y, ¿qué buscaba allí...? La camarera era incapaz de preguntarse eso, después de haber visto tantas veces aquella cabellera roja merodeando por el edificio, al igual que otros empleados del local. Ivrail lo sabía bien. Se apoyó de espaldas a la barra y miró al fondo, a aquellas escaleras que llevaban a la quinta planta...

Ese arcano no se iba a quedar quieto, tampoco. Desde que llegó al Eternal Night, ya había logrado convencerse de la cercanía de diferentes seres extrasensoriales. Tal vez, el más cercano, era aquel del que procedía aquel desagrado apático, sintiendo en segundos el aburrimiento del lugar. Observó como la escotada camarera preparaba el Red Sting frente a él y luego le sonreía lasciva, dejándolo frente a sus brazos. Ivrail se recolocó y suspiró.

Pensó en bloquear la sensación, pero entonces no sería capaz de sentir a ningún otro ser. Además, era incapaz de localizar a nadie exactamentetan rápido. Oh, odiaba esa sensación. Le desesperaba. Pero más lejos de ese estado anímico, se adentró con el Red Sting en sus labios, de una manera que solo él podría hacer, desvelando su feminidad reversa y su elegancia sombría. Un hilillo de aquel cóctel rojo resbaló por el lado izquierdo de sus labios. A la hora de bajar la copa, lentamente, observó justo al frente. Justo a otra persona que también parecía sola. Esperó a que se fijase en él, aunque fuese en su cabello rojo, para limpiarse el hilillo de bebida eróticamente con el envés de la mano y perfilando con su lengua.

Ivrail era consciente de que jugar al deseo con cualquier no iba a tener los mismos efectos, fuere quien fuese. Por ende, observó a su lado a una chica sentada charlando con otra persona. Se permitió coger dela cintura a la chica, girarla en torno a la chica y violar su intimidad con un beso en tornillo que tan solo un desvergonzado como él se podría permitir. La chica, sorprendida, y posteriormente extasiada, intentó llevar sus manos a Ivrail, pero lejos de lo que pudiere interpretar, este se limitó a quitarle el asiento dejándola a un lado. Puso el asiento a su lado y volvió a sentarse, observando a la presa nº1 de nuevo. Esta vez le instigó a que se sentase a su lado mostrándole lo partícipe que podría llegar a ser tras ese momento.

No obstante, el dj de la sala, había cambiado la canción por la siguiente: Don't Go - Terminal Choice

En el instante en el que el chaval se había movido de su sitio. Ivrail ya supo que había ganado. No le siguió con la mirada, sino que se limitó a tomar otro pequeño y delicado trago de aquel cóctel rojizo. Sus labios parecían más carmesíes que al principio, muestra de que se los ha pintado a drede para ir a ese lugar. Igualmente con su sombra de ojos, o su blanquecino rostro. El maquillaje estaba a la orden del día para gente como él, que veía en la belleza la propia perfección del alma.

Lo observó de lado, intentando hacerse el interesante, aunque estaba claro que la situación, conforme aquel individuo estaba más cerca, se volvía más sosa, más indiferente. De repente, podría decirse que Ivrail había perdido las ganas de hacer nada divertido con ese individuo. Aunque él supiera que eso solo significase una cosa.

- Gustas de ser poco sutil, ¿verdad? - Comentó referido a su actuación, de lado, mientras agitaba suavemente el contenido del Red Sting. Su rostro se reflejaba en el líquido, pero su cabello se mezclaba en el líquido.

Ivrail se rió de lado, aunque un poco forzado, porque tampoco le había parecido gracioso. Mareó un poco más el contenido del cóctel, pensando en como llevar la conversación donde él quería, pero él parecía querer poner los puntos sobre las íes, también. Se miró los dedos, finos y largos, y las uñas igualmente pintadas, mientras se dejaba apoyar con la otra mano.

- Oh, no pensé que serías tan aburrido. - Comentó, con un toque de ironía. - No soy malo, podrías correr el riesgo de querer conocerme. - Se saboreó el labio inferior, y a continuación, se lo mordió, como solo un suicida de la labor podría hacer. Posteriormente, llevó su mano por abajo, apoyandola sobre sus pantalones negros ceñidos, aventurándose a saltar y buscar unas nuevas piernas.

- Sé que no hubieras accedido a mi petición si no hubieses pensado en algo especial. - Terminó diciendo, dejando que su mano, finalmente probase el tacto del muslo de aquel hombre. Solo eso. Eso era lo que necesitaba.

Infla las mejillas, un tanto irritado por la frialdad de aquel individuo. Si hubiese sido un humano, estaba claro que ese no era su lugar, y ese recién llegado debía saberlo. Se miró la mano, logrando desvelar lo que creía que era cierto. Aburrido, sacó un cigarro de un bolsillo. - Curioso, eh. Es la primera vez que me lo dicen. Normalmente es más fácil reconocer que soy guapo, atractivo, desinhibido, ... ya sabes, esas cosas. Pero curioso... Eso no sueno nada erótico. - Dijo, con un ademán de sonrisa fugaz.

No encendió el cigarro, pero lo mantuvo entre sus dedos. - En fin... No me suena tu cara, ¿vienes a menudo por aquí? - Preguntó de repente, llevando el tema de conversación en orden y con seriedad, con total naturalidad, aunque la indeferencia, tras sus palabras ya se veían patentes. Si había perdido las ganas de tirarle, poco podría hacer ya, mas que beber y esperar a que apariciese un extasioso ángel.

Burlesco, se atrevió a emitir una risa o una carcajada que rivalizaba con la altanería de aquel muchacho. Directo y sin rodeos. En unos segundos en los que él había dejado de hablar, el chico ya se le había lanzado al cuello, mordiendo en su curiosidad sin parar. En cierto modo, Ivrail agradeció ese hecho, pues parecía que no tendría que tirar mucho de su lengua.

- Ivy, cariño. Aunque no se le debe preguntar tan... "vulgarmente" el nombre a una señorita sin presentarse el caballero previo. - Estaba claro que ese falso rol de princesita de vertedero no le quedaba bien, ni por mucho aspecto de mujer que tuviese. Su voz o sus gestos exagerados le delataban de una forma rotunda. Era dificil saber si estaba jugando con él o si todo era un elaborado conjunto de estupideces varias acordes a su papel. Por el momento, tan solo se previó de una buena bocana de humo del cigarro, observando como el chaval se guardaba el mechero. Parecía mentira que no hiciera falta, en absoluto. - Y ya puestos, si tanto viene usted por acá... tal vez ya haya estado en ese otro lugar. - Señaló indirectamente, con su mirada, las escaleras que llevaban a la última planta.

(Introducción en tiempo pasado)

A expensas de lo que cualquiera pudiera pensar, Archael no había profundizado demasiado en el estilo de vida de la ciudad de Zión. Estando más concentrado en sus entrenamientos con el Arcangel Rafael, Esa noche había hecho un encargo rápido consistente en una mera tarea de vigilancia... - Vigilancia...¿No pueden encargarle a otro algo tan absurdamente pueril? ¿Es que no hay suficientes ángeles perdiendo el tiempo en nimiedades triviales? - Pensó sin molestarse en ocultar su frustración en el rostro. Una clara expresión de desagrado se materializó en sus rasgos faciales a medida que ascendía por las escaleras del local hacia la cuarta planta, aquella que decían "alternativa". Esa noche no cumplia órdenes; basta de jerarquías: esa noche él investigaba, él deducía, él tomaba el control. ¿Y aún se preguntaban algunos por qué era tan bueno...? Bueno, él creía que lo sería incluso si no se tomase tantas molestias...¿quien iba a negarle ese pensamiento? No veía que el Altisimo suprimiera aquellas sensaciones de su cuerpo ni los pensamientos que le llevaban a generaras...

Esa noche, además, haría las cosas a su manera. Fuera protocolos: después de todo no iba a mostrar que era un enviado del Altisimo...

(Cambio a registro de tiempo presente)

Ataviado de su traje largo de noche, manos en los bolsillos, camina lentamente con una parsimonia deliberadamente etérea por la cuarta planta. Comienza a analizar a los individuos que tiene a su alrededor y a enmarcarles en su forma personal de ver las cosas...

- Individuos comunes exaltando las diferencias sociales que poseen. Dado que la sociedad humana se ha vuelto represiva en el término de la muestra de fortaleza físico/espiritual, por regla general la fortaleza de posición económico/social es la única que ostentan y muestran en una simulación de guerra fría sin un sentido real más que el de seguir justificando la débil psique que permiten manifestar del total de su Alma... - Frunció el ceño y un sentimiento de angustia se le formó. - Patético -

Siguió caminando, vista al frente, dirección barra.